domingo, 19 de septiembre de 2010

La maldita batalla contra el cursor sobre blanco

Hoy, después de tanto tiempo, insistencias y luchas internas decidí poner las manos sobre el teclado para algo que no sea trabajo. Y aquí estoy, enfrentándome de nuevo con el condenado cursor de la pantalla que segundo a segundo se burla de mí cada vez que no lo hago avanzar con cada letra que imprimo. Quizá parezca irónico, pero para alguien que estudió para vivir de escribir, el peso de hacerlo sin ninguna obligación, fecha de entrega o castigo de por medio resulta francamente pesado. Créanme o no (le hablo a mi gata Sabina y su eterna zalea que arrastra por toda la casa, pues de entrada debo no ser optimista de que alguien más lea esto) pero 10 años de vivir de los textos, la investigación y la pelea diaria entre la sintaxis y la ortografía no me hace más fácil este proceso, aún cuando ahora lo hago en pequeño y cada vez más sintético. ¿Por qué? Pues sucede que me he pasado horas, días, meses, pensando sobre qué diablos escribir. Y es que la maldita costumbre de tener un público, una agenda y una fuente me dejó en el ADN el colocar temas de interés que realmente generaran por lo menos el desprecio o el enojo de la gente que te lee, ya lo demás es una bonita ganancia.

En fin, para no hacer el cuento largo (que bien podría, a Sabina le encanta dormir sobre el teclado y no le importaría que me extendiera por más de 40 mil caracteres), me encontraba con la disyuntiva de escribir sobre algo que nos fuera cercano a todos y a su vez, divertido y liberador para mí, como espera que lo sea mi terapeuta. Por eso me debatía entre si sumarme a la burla y discusión de a quién se parece el condenado Coloso Bicentenario o ponerme a recordar mis vivencias del sismo de 1985, justo ahora que un edificio situado a menos de 50 metros de mi casa acaba de colapsar, así nomás, por obra y secuela de ese mismo terremoto.

Para desgracia de la zalea, que ya esperaba tendida en el suelo mis historias y traumas de derrumbes y refugios de damnificados, me encontré con una entrevista publicada hoy en el periódico Milenio que se titula " Asegura Paty que en sus fotos está al natural", mismo que pueden consultar en esta liga http://impreso.milenio.com/node/8834372 y que en síntesis y contexto trae declaraciones de la actriz Paty Navidad y su reciente aparición en la revista H. Para quien no la conozca (hablo de la publicación, lo otro se me haría inconcebible), se trata de una minita de oro de un grupo editorial que vio un hueco dejado por la archifamosa Playboy para las nuevas generaciones, con la diferencia que aquí si nos quitaron el oportuno pretexto de comprarla para "leer los magníficos artículos" de reconocidos autores. No, en la H se va directo a lo que se va, y más si es en su versión Extremo, donde los milímetros de tela que la hacen permisibles para menores de edad se diluyen hasta desaparecer.

Sin duda el éxito de esta revista no radica necesariamente (aquí oigo el sí, como no) en ver cuerpos esculturales con tonalidades de piel tan perfectas que alguien debería pensar en un monumento al Photoshop; no, su mérito, digo yo, es haber puesto a los ojos de todos a quienes jamás pensamos ver en esa situación, lo cual vuelve más morboso el asunto. Seguramente habrá un estudio detallado sobre en qué momento vino el boom de hacer obligatorio una ojeada a la H, pero en lo personal, yo digo que se pusieron en el mapa cuando hicieron sexies a lo más bizarro y odiado de nuestro país. Esto es, "poner guapas" a ciertas diputadas locales, sacando así, literalmente, lo mejor de ellas mismas.

En fin, eso sólo es una acotación, y en sí el texto mismo de la entrevista que les comentaba tampoco es lo que me llamó más la atención y me dio el impulso para ya llevar más de dos líneas. Después de todo, quién le discute a Paty Navidad si como luce en las fotos es su belleza natural y real, como ella asegura o si, como humildemente ya lo demostró Britney Spears, se debe al retoque computarizado que quita estrías, barritos, arrugas y lonjas. No, lo que yo quería comentar es la frase que me hizo reír pero a la vez simpatizar con su autor, en la zona de comentarios que tan en boga están en todos los medios on-line.

Un usuario, desconocido y anónimo como todos (gran problema que algún vez abordaré) y simplemente se hace llamar Cristobalito, escribe: "Nunca he tenido una navidad tan buena... y creo que nunca la tendré".

Desde aquí le mando mis más sinceras palmas a este individuo que se tomó el tiempo de poner un comentario que pasó por el proceso de por los menos tres neuronas, para no caer en las clásicas guarreces que de inmediato inspira alguien como esta mujer. Con esto recobro la confianza en el mundo, de que se pueden decir cosas sin ser tan soez. Me hago fan de Crsitobalito que se atrevió a jugar con las palabras para describir... lo que ya sabemos que realmente está pensando.

Bueno, igual para mi, no fue tan doloroso parir esta primera entrada, que esperemos que se vayan multiplicando conforme me animé a jugar yo también con las letras. Hoy Cristobalito me inspiró. Ya veremos quién será mañana.