miércoles, 6 de octubre de 2010

Un payaso político es mejor que un político payaso


Lo que son las cosas. Brasil parece no cansarse de llevarnos la delantera en muchas cosas y recién pasadas sus elecciones lo acaba de hacer de nuevo. Les cuento. Resulta que el candidato a diputado más votado en el pasado sufragio fue nada más y nada menos que un señor llamado Francisco Oliveira, mejor conocido como el payaso "Tiririca". El personaje obtuvo la friolera de un millón 300 mil votos mientras su competidor más cercano se quedó en los 200 mil. Nadie puede negar que si algo han tenido los brasileños es sentido del humor, aunque esta vez se lo tomaron demasiado en serio y decidieron llevar a un comediante al Congreso.

Después de todo, quién se podía resistir a su promesas de campaña que sintetizaban lo que todo político debería hacer: ser honesto, aunque sean cínicos.

No me lo tomen a mal, pero yo quedé cautivado con "Tiririca" cuyos lemas de campaña más famosos eran: "¿Usted sabe lo que hace un diputado? Yo tampoco, vote por mí y se lo cuento". Chulada de discurso que se complementa con esta otra perla: "Vote por Tiririca, peor de lo que está no va a estar". No me digan que si hoy votáramos presidente en México no correríamos a llenar las urnas a elegir a Tiririca nada más por el simple gusto de ver a López Obrador y Enrique Peña Nieto revolcarse en el momento en que le pusieran la banda tricolor.

Sin embargo, nada tan dulce puede durar demasiado y ya salieron los resentidazos que buscan quitarle las horas de esparcimiento a los brasileños (Noroñas se va a quedar corto, ya verán) pues un juez acaba de impugnar la elección de Tiririca por la pequeña ridiculez de que posiblemente no sepa leer ni escribir. ¿Qué?!!!! Sí, ya se lo que están pensando, que ningún diputado hasta ahora conocido ha demostrado ser capaz de eso, pero pues ahora el buen payaso tendrá que someterse a un test para comprobar que no falseó su registro. Esta historia seguramente terminará con los tintes más cómicos mágicos musicales que uno pueda pensar y que no pienso ni aventurarme a pronosticar para divertirme de la misma forma que lo he hecho en esta última semana. ¿Qué el sucesor del presidente Lula se elegirá en segunda vuelta?. ¡A quién le importa! La democracia está en peligro si a Tiririca no lo dejan ocupar su curul y repartir pastelazos a diestra y siniestra por toda la cámara. Me dan ñañaras de sólo imaginar lo que viene.

Nada más para documentar. Aquí en la Ciudad de México (les digo mi ubicación, total, el otro día Google Maps me ubico con GPS y sólo tuvo un error de más menos cuatro metros, así que esconderme no creo que sea posible) pudimos haber tenido al primer payaso político. Que se lea bien, porque políticos payasos siempre hemos tenido.

Para los imberbes chamacos que en 1997 no podía ni votar, les platico que en esa ocasión por primera vez elegimos jefe de gobierno en el Distrito Federal y de chiste en chiste, el ahora insufrible Brozo se lanzó por la libre por ese hueso sin saber lo que acabaría provocando. Eran tiempos en que Brozo, el Payaso Tenebroso, era contestatario y por ende, resultaba creíble si criticaba con acidez a los mamadores del erario. Hoy ya es una estrella más del Canal de las Estrellas. Total, que en un programa nocturno que tenía en Canal 13, un día se le ocurrió decir que se lanzaba por la jefatura de gobierno, respaldado por el Partido Revolucionario Alburero Único (PRAU) que en cada manifestación repartía narices rojas.

Su discurso era muy similar al de Tiririca, pues él lo único que prometía era que si llegaba al poder, sin duda nos iba a robar. De pronto, sin quererlo de verdad, Brozo se convirtió en una opción y en las elecciones simuladas de las universidades, desde las más fi-fi, hasta las públicas como la UAM y la UNAM, el payaso se llenaba de gloria y sin robo de urnas resultaba ganador.

La cosa llegó a tal grado que él mismo tuvo que decir en uno de sus mítines, que para ese entonces ya no eran tan en broma, que declinaba a la candidatura, pues él no tenía registro. Lo que hizo realmente fue evitar que la gente llegara a llenar boletas con su nombre en la elección real. La divertida que nos hubiéramos dado, pero eran momentos de "ser responsables" y así lo quiso hacer él. Yo sigo sospechando que alguien de más arriba le jaló los pelos verdes.

En fin, lo único que me queda es preguntar: ¿por qué un payaso puede convertirse en diputado y ser tomado en cuenta por la gente para esa posición?

- Porque es más honesto que los políticos. Será en broma, será en serio, pero nadie ha dicho que se postula nada más porque quiere y ya.
- Porque el negocio de la risa parece sencillo, pero hacer comedia tiene su chiste y ya con eso demuestra más inteligencia que los parcos y grises diputados de siempre.
- Porque el show debe continuar, y si ha de continuar, por lo menos que nos de risa.
- Porque a los contribuyentes por lo menos nos parecerá que pagamos por ver y no que somos estafados con leyes aprobadas sin leer para que después chillen y se arrepientan.
- Porque ser diputado es ser un payaso, entonces qué mejor que llevar a un verdadero profesional.
- Porque un payaso, por muy ladrón que sea, siempre le es fiel a su rutina y difícilmente deja de lado su tradicional atuendo o su carcacha con bocina. Sería como ver a un luchador sin màscara. ¡Por fin uno que no llegará a solicitar su Cadillac Escalade ni sus trajes Hugo Boss!
- Porque sin duda, siempre será mejor un payaso político que un político payaso.

Hoy me inspiró Tiririca, ya veremos quién será mañana... ¡No, ya sé, mañana les cuento del caso de Sad Keanu, les va a encantar!

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